PALCO PREMIER: LA SERIE REGRESA A CIUDAD OBREGÓN

Jorge Luis Telles Salazar

Lo advertimos: no se ha ganado nada y hay que tomar las cosas con cautela, con relación a los dos triunfos conquistados por Tomateros de Culiacán en la apertura de la serie semifinal contra Yaquis, allá en Ciudad Obregón.

Culiacán vino a su casa con delantera de 2-0, tras dos buenas exhibiciones de ofensiva, apuntaladas por el refuerzo Jesse Castillo. Pero lo consignamos desde un principio: falta todavía buen trecho por recorrer.

Y bien.

Tomateros conserva la ventaja en la serie en proporción de tres triunfos contra dos y las hostilidades se reanudarán este martes 19 en casa de los Yaquis, donde crecerá el grado de dificultad que la tribu representa.

Hay una cosa que no debe perderse de vista en ningún momento: Ciudad Obregón fue el mejor equipo de la temporada regular, con una impresionante marca de 37 triunfos y solo 22 descalabros, para ubicarse desde luego, en el primer sitio de la tabla general, en tanto que Culiacán fue séptimo, con 29-29 a siete juegos y medio de distancia de la tribu.

Yaquis, como la temporada anterior, también registró un saldo espectacular, aunque cayó en semifinales ante los Venados de Mazatlán.

Bajo estas circunstancias, difícil pesar en una barrida sobre los Yaquis, con todo y los resultados favorables de los dos primeros juegos. Más bien, en el mejor de los casos, apostar por la prolongación de la serie hasta el final, a fuerzas de otorgarle a Tomateros la calidad que tiene como equipo y su marcada experiencia en postemporada. Culiacán, lo hemos dicho siempre: es un equipo de “playoffs” y la metamorfosis que el plantel experimenta llegada esta etapa de la campaña, es sencillamente impactante.

Por esto y por su estilo de juego, es que Tomateros va a Ciudad Obregón con ventaja en la serie, con buenas posibilidades de infligirle un doloroso revés a la tribu; pero, volvamos a lo mismo: nadie dijo que esto sería fácil y dista mucho de serlo, por el momento.

¿Estamos?

Y mire usted lo que son las cosas:

A estas alturas, Tomateros ya estuviese instalado en la gran final; pero tuvo un tercer partido infame, para llorar y por ahí le llegó una derrota que, en sentido contrario, volvió a la vida a los Yaquis de Obregón.

¿Qué pasó en ese tercer juego, aquí en Culiacán?

Por un lado, lo impensable: una salida desastrosa, infame, de Juan Carlos Ramírez –abridor de cabecera del equipo guinda-, quien fue zarandeado una y otra vez por la artillería de unos Yaquis dispuestos a morirse en la raya. Claro, por más calidad que tenga un pitcher, siempre existe la posibilidad de una mala actuación y esa se dio, precisamente, la noche del viernes pasado, en el mismo Estadio Tomateros.

Y, por otra parte, ciertas distracciones a lo largo del choque, que se tradujeron en infames corridos de bases, que representaron golpes de suerte para la tribu y la posibilidad de conservar la tempranera ventaja en su favor.

Una de esas circunstancias, se dio en la cuarta entrada, cuando, embasado por imparable, Efrén Navarro intentó ganar la antesala, tras una línea de hit de Jesse Castillo, solo para ser puesto out en el tercer cojín, ante el desencanto de los más de 5 mil aficionados que hicieron acto de presencia en el inmueble. Una distracción de Navarro que congeló el ataque guinda.

Y en la sexta la cosa estuvo peor: sin out, Navarro y Wing ligaron indiscutibles y vino otro cañonazo de Castillo cargado a la raya del jardín izquierdo. Todos supimos que Navarro se detendría en el tercer cojín, ante su evidente falta de velocidad, menos Wing que pasó como bólido sobre la intermedia y siguió de frente hasta la antesala, sin percatarse que Efrén Navarro estaba detenido en esa estación. Out por reglamento y lo que era una casa llena sin out, se convirtió en corredores en tercera y primera con uno fuera y no hubo anotación para el equipo guinda.

Además, ahora si Tomateros adoleció del batazo oportuno. Culiacán amenazó una y otra vez; pero no pudo volver al partido. Todavía en la novena tanda colocó la potencial carrera del empate en la primera colchoneta; pero ahora fue Castillo el que falló, en lo que parecía ser, para Jesse, una noche de ensueño.

Lo rescatable es que, tras la salida de JC Ramírez, el bullpen de Tomateros ya no permitió más daño y déjeme decirle que, en lo que va de la serie contra Yaquis, el cuerpo de relevistas de Culiacán solo ha permitido una sola carrera y ninguna, frente a Guasave, si nos vamos más allá. Eso confirma que el bullpen de Culiacán es, en efecto, el mejor de la liga y esto explica, también, el por qué Benjamín Gil intenta todo para llegar a la parte media del juego -entre quinta y sexta entrada– con ventaja en el marcador. Puede ser magra, si quiere usted; pero hay la seguridad de que será defendida por los mejores brazos de relevo con los que cuenta el circuito invernal.

En suma: una mala noche, lo que no es nada extraño en este deporte; pero sí permite ahondar en las circunstancias de esta serie, que se reanuda este martes 19, allá en Ciudad Obregón.

Pendientes pues.

Bien.

El sexto partido de la serie será sumamente disputado y de alto grado de dificultad, por ende. Y un eventual séptimo juego, pues todavía más.

En su favor, Tomateros tendrá la ventaja de que la noche de este martes estará en la lomita de pitcheo, una de sus mejores cartas, gran prospecto de Liga Mayor: Édgar Arredondo, originario de esta ciudad, por si le interesa.

Édgar ganó el segundo juego, con una sólida actuación y sus números de postemporada son de una victoria sin derrota y 1. 42 en carreras limpias admitidas.

De su brazo, Culiacán puede transitar a la gran final.

Y en caso de un séptimo choque, quien volvería al centro del diamante sería JC Ramírez, de quien esperaríamos, justificadamente, una reivindicación. Y no porque esto sea obra de la casualidad, ni mucho menos, sino porque, simple y sencillamente, se trata de un gran lanzador

Inclusive, para ese eventual séptimo partido, el manager Benjamín Gil también tendría disponible a Manny Barreda, en caso de ser necesario.

¿Algo más?

En el bateo, Tomateros también viaja a Ciudad Obregón en buen momento, con cinco de sus artilleros por encima de la franja mágica de los .300: Jesse Castillo (.432), Efrén Navarro (.366), José Guadalupe Chávez (.333), Michael Wing (.333) y Sebastián Elizalde (.326). Y ahí cerca, por debajo de la llamada “franja mágica”: Ramiro Peña (.267), Joey Meneses (.267) y el cubano Yuelkis Guilbert (.242).

Si, en efecto, hay buenas razones para pensar que Tomateros logrará la clasificación a la serie final en Obregón. No será fácil; pero lo hará, a final de cuentas.

Ya lo verá usted.

Para cerrar.

La otra serie, entre Naranjeros de Hermosillo y Sultanes de Monterrey también regresa a su punto de origen: el estadio Sonora, de la capital del vecino estado del Norte.

La confrontación favorece a Naranjeros tres-dos. Sultanes, tras perder los dos primeros –luego de épicas batallas-, igualó las cosas en su majestuoso parque; pero perdió el quinto duelo y ahora Hermosillo está a solo una victoria de avanzar a la gran final.

Para Naranjeros, por cierto, sería la primera final en las últimas siete temporadas.

La última ocurrió en 2014 y la ganó por cierto.

Y tienen rato los naranjas estacionados en sus 16 campeonatos.

Una nueva final se visualiza sobre el horizonte, frente a dos de sus más connotados adversarios: Yaquis de Obregón, con acérrima rivalidad o bien contra Tomateros de Culiacán, en lo que llaman el clásico de clásicos de la Liga Mexicana del Pacifico.

Con esto, nos vamos ya. Nuestros deseos: que Dios los bendiga. Nuestra recomendación: cuídese mucho. Ahora más que nunca.